martes, 21 de febrero de 2012


El show de Ibra deshace al Arsenal

Un curso de fútbol de alta escuela de Ibra maltrató al acomplejado Arsenal de Wenger. La función de San Siro la decantó claramente el sueco por la escasa energía y arrojo de un grupo inglés que vistió a Van Persie de náufrago. Al Milan le bastó la conexión de sus tres orfebres de arriba, especialmente un Ibra soberbio sobre el que giró el mundo rosonero. Mutiló con 'bellas artes suecas' la resistencia de una banda inglesa sin autoestima para las grandes empresas. Un golazo de Kevin-Prince Boateng, control con el pecho y escuadrazo al canto; un centro de Ibra, que inició su galope en fuera de juego y que colocó el gol en la frente de Robinho, hicieron volar a los de Allegri. El brasileño y el hombre de la noche, que se fabricó y transformó el penalti final, terminaron por redondear la abismal diferencia en la segunda parte. La eliminatoria de octavos con con más pedigrí pinta total de 'rojinegro'.
A Wenger no le sobra talento en su mediocampo, pero tampoco músculo competitivo según lo mostrado ante un Milan que ni echó en falta el concurso del viejo motor de Seedorf, que tomó el camino de vestuarios por lesión muscular antes del cuarto de hora. Su sustituto Emanuelson, físicamente un hermano gemelo Robinho, ni fu ni fa. El vigor del mediocampo, más que por la escoba de Van Bommel, corrió por cuenta de Nocerino, un diesel que no sólo garantiza largo recorrido, corte y presión sino también un buen reparto de balones.


El grupo de Allegri se limitó a servir puntualmente arriba para que Ibra, su sueco genial o pasota -según le da-, o Kevin-Prince Boateng, un hombre-bala que derrama talento, pusieran grandes diferencias. Todo aquel balón que pasó por los pies del sueco se convirtió en peligro neto en un muestrario de recursos. Alrededor suyo se articuló la ofensiva de un Milan dispuesto a la sentencia ya de inicio, con Ibra poniendo la pausa, la clase, la visión en cinemascope y el pase decisivo en una de sus noches de iluminado del fútbol.
Los tres goles rosoneros hablan maravillas de la calidad de su tridente. El primero tuvo la autoría soberbia de Prince-Boateng. Robo de Nocerino en la frontal, rápido balón al desmarque del ghanés, que controló orientado en carrera con el pecho y soltó una latigazo de volea que rompió las telarañas de la escuadra de Szczesny. El segundo, obra de Robinho, está en el debe de su colega sueco, al que ni miró tras ponerle un pase de la muerte medido en su frente tras una colada en la que el genial surtidor partió ligeramente en posición adelantada. En verdad no pareció un gol de Robinho sino que Ibra utilizó la frente del brasileño para dejarla en la red.
Más caña rosonera tras regresar de los vestuarios. El tercero, también a pase del omnipresente sueco al inicio del segundo acto, si llevó más la firma del ex madridista con un derechazo raseado imposible para un Szczesny mustio por la destreza de los tiros rivales. Infinidad de llegadas, cinco disparos a puerta y tres goles con una defensa amarilla que era de mentira en muchas fases.

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